lunes, 26 de enero de 2009

Aquel hijo que no tuve contigo_!



Hubiera podido ser
hermoso como un jacinto
con tus ojos y tu boca
y tu piel color de trigo,
pero con un corazón
grande y loco como el mío.
Hubiera podido ir,
las tardes de los domingos,
de mi mano y de la tuya,
con su traje de marino,
luciendo un ancla en el brazo
y en la gorra un nombre antiguo.
Hubiera salido a ti
en lo dulce y en lo vivo,
en lo abierto de la risa
y en lo claro del instinto,
y a mí... tal vez que saliera
en lo triste y en lo lírico,
y en esta torpe manera
de verlo todo distinto.
¡Ay, qué cuarto con juguetes,
amor, hubiera tenido!
Tres caballos, dos espadas,
un carro verde de pino,
un tren con cuatro estaciones,
un barco, un pájaro, un nido,
y cien soldados de plomo,
de plata y oro vestidos.
¡Ay, qué cuarto con juguetes,
amor, hubiera tenido!
¿Te acuerdas de aquella tarde,
bajo el verde de los pinos,
que me dijiste: —¡Qué gloria
cuando tengamos un hijo! ?
Y temblaban tus manos
como un palomo cautivo,
y nueve lunas de sombra
brillaban en mi delirio.
Yo te escuchaba, distante,
entre mis versos perdida,
pero sentí por la espalda
correr un escalofrío...
Y repetí como un eco:
«¡Cuando tengamos un hijo!...»
Yo, entre sueños, ya cantaba
nanas de sierra y tomillo,
e iba lavando pañales
por las orillas de un río.
Tú, arquitecto de ilusiones
levantaba un equilibrio
una torre de esperanzas
con un balcón de suspiros.
¡Ay, qué gloria, amor, qué gloria
cuando tengamos un hijo!
En tu cómoda de cedro
nuestro ajuar se quedó frío,
entre azucena y manzana,
entre romero y membrillo.
¡Qué pálidos los encajes,
qué sin gracia los vestidos,
qué sin olor los pañuelos
y qué sin sangre el cariño!
Mi velo blanco de novia,
por tu olvido y por mi olvido,
fue un camino de Santiago,
doloroso y amarillo.
Tú te has casado con otra,
yo con otro hice lo mismo;
juramentos y palabras
están secos y marchitos
en un antiguo almanaque
sin sábados ni domingos.
Ahora bajas al paseo,
rodeado de tus hijos,
dando el brazo a la levita
que se supone que es tu esposa.
Te llaman don francisco,
llevas terno y corbata,
y tres papadas te cortan
en la garganta el suspiro.
Nos saludamos de lejos,
como dos desconocidos;
tu mujer sube y baja
la chistera; yo me inclino,
y tú sonríes sin gana,
de un modo triste y ridículo.
Pero yo no me doy cuenta
de que hemos envejecido,
porque te sigo queriendo
igual o más que al principio.
Y te veo como entonces,
con tus manos de lirio,
un jazmín entre los dientes,
de color como el del trigo
y aquella voz que decía:
«¡Cuando tengamos un hijo!...»
Y en esas tardes de lluvia,
cuando mueves las cortinas,
y yo paso por tu calle
con mi pena y con mi libro
dices, temblando, entre dientes,
arropado en los visillos:
«¡Ay, si yo con esa mujer
hubiera tenido un hijo!...»


->MODIFICACION... Rafael de León

sábado, 3 de enero de 2009

EL AMOR NO TIENE EDAD... ilusion de verano!


Hoy, tras un día anormal...
y cuando ya creí que acababa
te ví; despues de un año...

Entre lagrimas, me asome a la ventana que difijaba tu silueta,
y mis ojos nublados te vieron... Tan cerca, pero no te diste cuenta de mi presencia...

Cuando ya en mi cama me encontraba mi mente dejarte no lo lograba
y como producto de la imaginacion te vi en tu ventana,
asomado, con tus ojos clavados en mi lampara que te llamaba.

Ai estabas asomado y yo asomada...
me habras visto? es lo que mas ruego_!
pero ya sé que todo es vano...
la ilusuon aun está,
persiste año a año, verano tras verano y aun no se va...

"Esto no es normal, es una locura hormonal que supera toda norma moral, siendo todo tan casual..."

Es una sensacion deliciosamente mutua, que llama al peligro

Para: Em Em ^^