Sé que no lo merezco. Se que soy cobarde y osada al pedirte esto.
Dios mío no desprecio la vida, ni tampoco la rechazo. Es bella, la naturaleza, toda tu creación, pero Dios mío es muy difícil…
Cada paso me arranca un pedazo de alma, cada sonrisa se conjuga con el dolor.
Siempre hay un precio que pagar por ser feliz y cada vez más alto. Estoy llena de ausencias, siempre pierdo lo que amo y la soledad se burla irreverentemente de mí.
Mi esperanza es un soldado que sobrevive en cada batalla y en la guerra, está mutilada.
Dios mío y es por eso que me atrevo a proclamar tu presencia en éstos días en que el pensamiento me aturde y la desesperación me está jugando una mala pasada.
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